Recomendaciones de la American College of Sport Medicine de Estados Unidos de Norteamérica
Tanto el cáncer como los tratamientos utilizados producen efectos negativos en el estado general de la salud de los individuos que lo padecen. Los efectos adversos más frecuentes son: fatiga, debilidad general, disminución de la función cardiovascular, neuropatía y disminución de la función física y de la calidad de vida. La capacidad para realizar ejercicios aeróbicos como caminar, correr, ciclismo, natación, etc y el consumo de oxígeno máximo se reduce entre 10 y 30% en los pacientes tratados con quimioterapia.
Estudios recientes han mostrado que la disminución de la capacidad física observada en los pacientes con cáncer puede ser minimizada o incluso prevenida con un programa de ejercicio físico que reduce entre 30 y 60% la reaparición del cáncer y la mortalidad de los pacientes con cáncer de mama, próstata, pulmón y colon [6-8]. El tratamiento hormonal en los pacientes con cáncer de próstata produce un severo deterioro de la masa ósea y muscular del individuo y una alteración importante de la composición corporal (aumento de la masa grasa y disminución de la masa magra). Si esos pacientes realizan ejercicio físico se observa aumento de la masa muscular, mejoría de la función física y de la calidad de vida, disminución de la fatiga y mejora de la composición corporal.
No se requiere que el ejercicio sea intenso para que se produzcan los efectos beneficiosos sobre el organismo. Por ejemplo caminar durante 30 minutos cinco días a la semana a una velocidad de 4 kilómetros por hora produce efectos beneficiosos en los pacientes que han tenido cáncer y evita el deterioro de la salud en los casos que están siendo tratados por el cáncer. Pese a que estos beneficios han sido demostrados en casi todos los tipos de cáncer, en pocos centros se recomienda a los pacientes incluir el ejercicio durante y después de los tratamientos oncológicos.
En 2009 la American College of Sport Medicine estableció unas guías para la realización de ejercicio en los sobrevivientes de cáncer. El mensaje fundamental es que se debe evitar la inactividad y que cualquier tipo de actividad física produce beneficios sobre la salud de los pacientes.
Las guías establecen que los sobrevivientes de cáncer deben realizar cada semana actividad aeróbica moderada durante 150 minutos o durante 75 minutos si la actividad es intensa. Además se debe realizar ejercicios de resistencia y de flexibilidad dos días por semana de los grupos musculares mayores (piernas, dorsales, abdominales, pectorales, brazos). En los individuos de más edad se recomienda agregar ejercicios para mejorar el equilibrio y evitar así el riesgo de caídas. Los pacientes con colostomías o urostomías deben evitar ejercicios que aumenten la presión intrabdominal para evitar las hernias para estomales.
Ejercicio para los efectos secundarios agudos del tratamiento oncológico.
Los efectos secundarios agudos son los que se producen durante el período del tratamiento oncológico activo cuando el paciente se encuentra más inmunodeprimido. En esta fase se enfrenta a problemas físicos (nauseas, vómitos, cansancio, pérdida del cabello, dolor) y emocionales (ansiedad, depresión, miedos) que afectan negativamente su calidad de vida. El programa de ejercicio en esta etapa se debe adaptar a las capacidades individuales y se debería centrar en la mejoría de las limitaciones físicas. Se ha demostrado que en esta etapa el ejercicio es útil para mejorar la fatiga, la debilidad, la depresión y la calidad de vida.
Ejercicio para los efectos secundarios a largo plazo del tratamiento oncológico
Los efectos secundarios tardíos son los que comienzan después del tratamiento activo y se mantienen varios meses o años después de acabar el tratamiento como son el edema linfático tras la exéresis de ganglios axilares o la radioterapia por cáncer de mama, fatiga, neuropatía periférica, infertilidad, menopausia precoz y cambios en la composición corporal. El objetivo del ejercicio en esta etapa es mejorar el estado físico de los pacientes. El ejercicio debe ser inicialmente de baja intensidad (pocos minutos de actividad aeróbica y pesos bajos en los ejercicios de resistencia) y aumentar gradualmente la duración y los pesos cuando vaya aumentando la masa muscular y la resistencia cardiovascular. La neuropatía periférica afecta a 60% de los pacientes a los 3 meses del tratamiento con algunos quimioterápicos y en 30% de los casos persiste a los 6 meses del tratamiento. Varios estudios sugieren que el ejercicio mejora la neuropatía periférica aunque no hay forma de revertir o prevenir el daño neurológico.
Las complicaciones cardiovasculares son frecuentes durante o incluso varios años después del tratamiento de algunos cánceres (mama, testículo). Hasta 70% de los pacientes que han recibido tratamientos para el cáncer tienen riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares frente a los individuos sin cáncer. Se puede observar: hipertension arterial, enfermedad coronaria, arritmias, embolias, valvulopatías, insuficiencia cardíaca, fibrosis pulmonar, disminución de la capacidad pulmonar. Muchas de estas complicaciones pueden ser mitigadas o revertidas con el ejercicio físico, reduciéndose el riesgo hasta 23% comparado con los casos que no hacen ejercicio. La osteoporosis es otro de los efectos secundarios tardíos frecuentes tras el tratamiento de cánceres como próstata, mama y ovario. El ejercicio físico asociado a un consumo equilibrado de lácteos y calcio ha demostrado su utilidad para reducir la osteoporosis.
Conclusiones
Los pacientes con cáncer deben evitar la inactividad. El ejercicio físico mejorará la calidad de vida y reducirá los efectos secundarios producidos por los tratamientos oncológicos. Cuanto más precozmente se inicie el ejercicio más rápidamente se observaran los resultados beneficiosos y nunca es demasiado tarde para comenzar. En las etapas iniciales del tratamiento oncológico cuando el paciente se encuentra más inmunodeprimido y con los efectos secundarios agudos puede requerir la asistencia de un profesional especializado para que instaure un programa progresivo de ejercicios que incluya actividad aeróbica, ejercicios de resistencia, equilibrio y estiramientos.